Post by Esme on Aug 25, 2008 23:22:42 GMT 1
Esta es una crítica de Tele del Diario el Norte. Como véis... tiene cierto parecido a nuestros comentarios de estos días, jajaja
(24-Ago-2008).-
Que no se pierdan los "fabulosos", originales y divertidos finales alternativos que presentaría cada uno de los personajes de Las Tontas no Van al Cielo, que los sintonizaran el viernes y no sé cuánto más dijeron durante la semana sobre estos desenlaces que, según la producción, nos dejarían asombrados.
¿Y todo para qué? Nomás para aburrirnos con las payasadas de siempre de Jaime Camil, las caras de estreñimiento de Valentino Lanús y la sonrisa falsa y gesticulaciones congeladas de Jacqueline Bracamontes.
Resulta que en el capítulo del jueves apareció la palabra FIN mientras Santiago (Camil) y Candy (Bracamontes) se reconciliaban con un largo y emotivo beso, pero inmediatamente después prometieron tres finales diferentes para el capítulo del viernes.
Todo fue laaargo, inútil y tedioso.
Ver a la Bracamontes arrastrarse agarrada de la pierna de Camil, mientras éste trata de huir de ella, pues no es precisamente un trabajo que la coloque a un nivel actoral de respeto.
Al contrario, fue ridícula, como también lo fueron estos protagonistas a lo largo de un melodrama que su productora Rosy Ocampo se atrevió a calificar como "innovador".
Lo más triste de todo es ver cómo esta señora, que había ganado cierto respeto con las producciones infantiles y luego con la realización de La Fea más Bella, se hundió en un pozo sin fondo con una historia sin pies ni cabeza.
Que si el título era original, estamos de acuerdo, lo era.
Pero de eso a que la novela haya sido un parteaguas, pues hay muuuucha diferencia y nos da pena que por lo mismo en México deban seguir recurriendo a los libretos originales que se dan en Colombia y Argentina, los dos países de habla hispana con más poder en la innovación de telenovela.
¿Y México? Bien, gracias.
Pero desde los 80 y principios de los 90, la época dorada del melodrama nacional vio culminado su dominio, porque ahora todo es refrito o, cuando se les antoja algo original, salen con barrabasadas como Las Tontas no Van al Cielo.
Y luego, como si fuera poco el suplicio que tuvimos que aguantar, el chistoreto Meño (Manuel "Flaco" Ibáñez), en un derroche de amaneramientos (exageró más que en su papel en la historia), anunció, en cada corte a comercial, ooootro final súper diferente muy a su manera, a través del sitio de internet de Televisa.
Yo no sé ustedes, pero ni por asomo se me ocurre ver la genialidad que nuestros escritores tuvieron a bien alargar, como si los meses de hartazgo que vivimos no fueran suficientes.
No es que le deseemos el mal a realizadores y actores, pero si a juzgar por su trabajo se tomara una decisión, nosotros sin pensarlo diríamos que, efectivamente, Ocampo, Camil y Bracamontes no van al cielo... Los mandábamos derechito al infierno.
Qué bueno que, pese a todo, tenemos protagonistas más creíbles y menos aparatosas.
Y no nos referimos a Adela Noriega. No. La etapa estelar de esta señora ya pasó a la historia.
Hablamos más bien de Maite Perroni, lo mejor en los descubrimientos, pues hasta ahora uno le cree su papel de chavita de barrio, populachera y que a pesar de hacer un personaje muuuy parecido a los de Thalía en María Mercedes y Verónica Castro en Rosa Salvaje, la integrante de RBD sí da el ancho y nos deleita con sus diabluras.
La niña, no lo dejaremos de decir, es fresca, simpática y aunque le hace falta educar un poco la voz porque habla muy aprisa, transmite el sentimiento de niña desprotegida, abusada, y todo lo que una heroína tradicional de Televisa debe tener.
El descubrimiento de Maite se lo debemos, claro está, a Pedro Damián, quien le dio la oportunidad en la telenovela Rebelde, y es curioso, porque ahí la muchachita nunca brilló.
Sin embargo, alguien supo darle en el clavo a su personalidad y ahora muchos ya la conocen como la tierna Marichuy.
Lástima de William Levy, quien de plano llena la pantalla físicamente, le uuurrrrgeeen unas clases de actuación porque tiene porte y mucho atractivo, pero su inexperiencia se nota.
Esta semana tuvo un enfrentamiento con Nailea Norvind, quien tiene todo el colmillo del mundo, y se nota cómo la actriz se impone por encima del cubano.
Y bueno, tampoco queremos que un cubano sea un dechado de virtudes, pero tenemos el ejemplo de Francisco Gattorno, quien desde su llegada a México mostró talento en casi todas sus telenovelas (Laberintos de Pasión, Cañaveral de Pasiones, La Dueña y Preciosa), y a la fecha es uno de los valores más cotizados en Telemundo.
tvdocta@elnorte.com
(24-Ago-2008).-
Que no se pierdan los "fabulosos", originales y divertidos finales alternativos que presentaría cada uno de los personajes de Las Tontas no Van al Cielo, que los sintonizaran el viernes y no sé cuánto más dijeron durante la semana sobre estos desenlaces que, según la producción, nos dejarían asombrados.
¿Y todo para qué? Nomás para aburrirnos con las payasadas de siempre de Jaime Camil, las caras de estreñimiento de Valentino Lanús y la sonrisa falsa y gesticulaciones congeladas de Jacqueline Bracamontes.
Resulta que en el capítulo del jueves apareció la palabra FIN mientras Santiago (Camil) y Candy (Bracamontes) se reconciliaban con un largo y emotivo beso, pero inmediatamente después prometieron tres finales diferentes para el capítulo del viernes.
Todo fue laaargo, inútil y tedioso.
Ver a la Bracamontes arrastrarse agarrada de la pierna de Camil, mientras éste trata de huir de ella, pues no es precisamente un trabajo que la coloque a un nivel actoral de respeto.
Al contrario, fue ridícula, como también lo fueron estos protagonistas a lo largo de un melodrama que su productora Rosy Ocampo se atrevió a calificar como "innovador".
Lo más triste de todo es ver cómo esta señora, que había ganado cierto respeto con las producciones infantiles y luego con la realización de La Fea más Bella, se hundió en un pozo sin fondo con una historia sin pies ni cabeza.
Que si el título era original, estamos de acuerdo, lo era.
Pero de eso a que la novela haya sido un parteaguas, pues hay muuuucha diferencia y nos da pena que por lo mismo en México deban seguir recurriendo a los libretos originales que se dan en Colombia y Argentina, los dos países de habla hispana con más poder en la innovación de telenovela.
¿Y México? Bien, gracias.
Pero desde los 80 y principios de los 90, la época dorada del melodrama nacional vio culminado su dominio, porque ahora todo es refrito o, cuando se les antoja algo original, salen con barrabasadas como Las Tontas no Van al Cielo.
Y luego, como si fuera poco el suplicio que tuvimos que aguantar, el chistoreto Meño (Manuel "Flaco" Ibáñez), en un derroche de amaneramientos (exageró más que en su papel en la historia), anunció, en cada corte a comercial, ooootro final súper diferente muy a su manera, a través del sitio de internet de Televisa.
Yo no sé ustedes, pero ni por asomo se me ocurre ver la genialidad que nuestros escritores tuvieron a bien alargar, como si los meses de hartazgo que vivimos no fueran suficientes.
No es que le deseemos el mal a realizadores y actores, pero si a juzgar por su trabajo se tomara una decisión, nosotros sin pensarlo diríamos que, efectivamente, Ocampo, Camil y Bracamontes no van al cielo... Los mandábamos derechito al infierno.
Qué bueno que, pese a todo, tenemos protagonistas más creíbles y menos aparatosas.
Y no nos referimos a Adela Noriega. No. La etapa estelar de esta señora ya pasó a la historia.
Hablamos más bien de Maite Perroni, lo mejor en los descubrimientos, pues hasta ahora uno le cree su papel de chavita de barrio, populachera y que a pesar de hacer un personaje muuuy parecido a los de Thalía en María Mercedes y Verónica Castro en Rosa Salvaje, la integrante de RBD sí da el ancho y nos deleita con sus diabluras.
La niña, no lo dejaremos de decir, es fresca, simpática y aunque le hace falta educar un poco la voz porque habla muy aprisa, transmite el sentimiento de niña desprotegida, abusada, y todo lo que una heroína tradicional de Televisa debe tener.
El descubrimiento de Maite se lo debemos, claro está, a Pedro Damián, quien le dio la oportunidad en la telenovela Rebelde, y es curioso, porque ahí la muchachita nunca brilló.
Sin embargo, alguien supo darle en el clavo a su personalidad y ahora muchos ya la conocen como la tierna Marichuy.
Lástima de William Levy, quien de plano llena la pantalla físicamente, le uuurrrrgeeen unas clases de actuación porque tiene porte y mucho atractivo, pero su inexperiencia se nota.
Esta semana tuvo un enfrentamiento con Nailea Norvind, quien tiene todo el colmillo del mundo, y se nota cómo la actriz se impone por encima del cubano.
Y bueno, tampoco queremos que un cubano sea un dechado de virtudes, pero tenemos el ejemplo de Francisco Gattorno, quien desde su llegada a México mostró talento en casi todas sus telenovelas (Laberintos de Pasión, Cañaveral de Pasiones, La Dueña y Preciosa), y a la fecha es uno de los valores más cotizados en Telemundo.
tvdocta@elnorte.com